Honor de cazador [doc y libre]

Central Park era uno de los pocos sitios de New York en los que no me sentía agobiado, en todos los demás había humanos hasta debajo de las piedras, incluso de noche a pesar de ser criaturas claramente diurnas. Me costaba entender a los humanos, a pesar de ser criaturas débiles y sin armas naturales eran claros cazadores y depredadores, al menos en su planeta, pero no se comportaban como tal. Solo unos pocos cazaban, y no eran en absoluto reconocidos por los demás, es más, la mayoría despreciaba a los cazadores culpándoles de asesinos entre otras cosas, ¿porque insultaban a los pocos humanos que se comportaban acorde a su naturaleza depredadora? Será consecuencia de ser omnívoros, tenía que reconocer que esa era una ventaja en un mundo como este, la capacidad de comer un grupo tan amplio de alimentos era uno de los pocos puntos fuertes que tenían los humanos, pero aparentemente eso había debilitado su instinto cazador, no sentían el ansia de la caza, no tenían honor de cazador y acusaban a aquellos que cedían a sus instintos, sin embargo, luego mantenían relaciones sexuales por el mero placer de mantenerlas, evitando dejar descendencia en el proceso la mayor parte de las veces, unos hipócritas, eso es lo que eran.

Me encontraba posado en una de las ramas de uno de los árboles de Central Park contemplando el cielo nocturno, la Tierra era un planeta con un satélite especialmente hermoso, y esta noche podía verse iluminado por completo. El fenómeno al que llamaban plenilunio o simplemente luna llena era una de esas cosas que realmente valía la pena ver. De pronto, mi fino oido captó un sonido muy sutil de pasos, pero no le presté demasiada atención, a juzgar por el poco peso que debía tener la criatura seguramente sería un pájaro o una ardilla.

esutvimos un buen rato allí arriba esperando un veículo adecuado, un vehículo demasiado pequeño podría resultar fácilmente dañado si bajaba de golpe sobre él, pero los humanos tambien tenían vehículos grandes y resistentes, aunque eran escasos, pero tarde o temprano pasaría alguno. Finalmente, vimos llegar uno de esos transportes grandes que llevaban a varios humanos y Doc lo identificó como uno que llevaba a Nevada, fantástico, a mi aun me costaba un poco descifrar los extraños signos humanos.

Me colgué a pulso del poste y levanté las piernas, y cuando el autobús pasó por debajo me dejé caer con toda la suavidad posible encima, lo cual me salió bastante bien, a pesar de nuestro tamaño los de mi raza somos ágiles y acostumbramos a hacer estas cosas, por lo que el golpe sonó como si un pájaro despistado hubiese chocado contra el techo, nada que preocuparía a los humanos.

Me mantuve en cuclillas con una mano agarrada a la parte delantera del autobus para sujetarme, rumbo a Nevada.